Uno
de los principales atractivos turísticos de Cuenca es el que forman los tres
edificios conocidos como “Casas Colgadas”, construcciones de origen medieval,
de propiedad municipal, pública, que albergan el Museo de Arte Abstracto
Español y un pintoresco restaurante, y que se asoman a la hoz del río Huécar
desafiando todas las leyes de la lógica. Pero sin duda el modelo constructivo
no es lo único que quebranta la lógica en torno a las Casas Colgadas. El
restaurante homónimo se gestiona a través de una concesión que hace el
Ayuntamiento mediante un concurso a la mejor opción. Obviando que esto ya
supone una manera de gestión privada de un recurso público, la plantilla la
componen 7 trabajadoras y trabajadores, más los eventuales que se podían
contratar según el momento. O quizás deberíamos decir que la plantilla la
componían 7 personas. Porque el pasado mes de junio, el Ayuntamiento, gobernado por el
PSOE, volvió a sacar a concurso la gestión del restaurante.
En
un pliego de condiciones sin fundamento ni lógica ninguna lo que se pretendía
era eliminar a la anterior gestora, Mercedes Torres. El pliego era tan absurdo
que, de entrada, exigía como requisito indispensable para los posibles
candidatos a la gestión estar en posesión de una “estrella Michelín”, símbolo
de reconocimiento internacional en el mundo de la cocina. Y da la misteriosa
casualidad de que en toda la provincia de Cuenca sólo hay una persona que tenga
uno de esos codiciados méritos: Manuel de la Ossa, propietario del afamado
restaurante “Las Rejas” en Las Pedroñeras. En cuanto se conoció la noticia, la
anterior gestora, Mercedes Torres, dejó de pagar a sus 7 empleadas y empleados
fijos más los varios eventuales. A día de hoy les debe 3 meses de sueldo.
Pero
no es éste el único despropósito del pliego de condiciones. El más grave es que
no obliga al nuevo gestor a subrogar los contratos de las y los 7 empleados
fijos. De esta manera, Manuel de la Ossa ni los ha contratado ni tiene
obligación de hacerlo. Y además las 7 familias no pueden cobrar el paro ni buscar
un nuevo empleo porque tampoco han sido despedidas y despedidos.
Toda
esta situación da cuenta de la bajísima catadura moral de la patronal de esta
ciudad y de todo el estado, a la que no importa absolutamente nada el
sufrimiento de estas familias, que van camino ya del tercer mes sin trabajar y
con otros tres meses adeudados entre uno y otro empresario. Pero el responsable
último de todo este despropósito no es otro que el alcalde del PSOE, Juan
Ávila, en cuya mano estaba haber obligado a subrogar los contratos de las y los
trabajadores. Ejemplo nefasto de cómo los partidos del régimen gestionan lo
público, uno de los motivos que se apuntan para esta situación no es otro que
la intención del alcalde de que De la Ossa contratase a su hermano, cocinero de
profesión, para el nuevo restaurante. De manera que a De la Ossa le sobraba
gente en plantilla. Un enchufe de libro al que se prestan todas y todos los
concejales del equipo de gobierno con sus votos.
Y
mientras el PSOE se preocupa por ver cómo ejecutar el enchufe sin levantar
polvareda y el PP se preocupa por desvelarlo, lo cierto es que hay 7
trabajadoras y trabajadores en la calle y sin sueldo desde hace 6 meses, desahuciadas
y desahuciados por su Ayuntamiento. Sin embargo no se rinden y, apoyados por la
FECOHT de CCOO y también por las y los camaradas de la UJCE, asisten cada mes
al pleno con sus pancartas reclamando soluciones. Han iniciado una recogida de
firmas de apoyo y barajan nuevas medidas de presión. Las y los trabajadores
constituyen el único punto de dignidad que les queda a las Casas Colgadas,
símbolo de lo que es esta ciudad: la capital del chanchullo, la marrullería y
el desprecio a la clase obrera.
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