En los días recientes venimos asistiendo al último episodio de la campaña de desestabilización dirigida desde EEUU y puesta en marcha por la ultraderecha venezolana en el país. Dicha campaña, que se extiende desde que Hugo Chávez ganara las elecciones en el año 98, ha venido subiendo de intensidad en el último año tras el fallecimiento del dirigente bolivariano.
En una agenda bien planificada, tras dos procesos electorales exitosos bajo el liderazgo de Maduro que frustraron las falsas ilusiones de la burguesía venezolana de que el proceso no sobreviviría a Chávez, se han sucedido cortes de luz, acaparamiento de alimentos básicos con la consiguiente subida de precios y desabastecimiento, el boicot continuo a cada medida de la revolución sumada a la desinformación nacional e internacional, buscando generar el mayor descontento social posible para hacer así disminuir el masivo apoyo popular a la revolución bolivariana y a su presidente.
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