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Sin la incorporación de las mujeres no va a ser
posible avanzar hacia la ruptura democrática por un nuevo modelo de país que se
construya sobre los cimientos de la igualdad, en un nuevo escenario de
relaciones de poder entre hombres y mujeres.
Entendemos
que un proceso revolucionario y de cambio no podrá darse sin contar con el 51%
de la población. Por ello es fundamental la paridad en los espacios de
decisión, porque sin las mujeres en este proceso y sin el feminismo no habrá
revolución real.
Desde
el PCE y la UJCE insistimos en que la paridad debe contemplarse como una línea
roja intransferible para toda la izquierda transformadora en tanto que su ausencia no puede ni debe justificarse tras un orden de prioridades.
La emancipación y la libertad de las mujeres
están en juego.En donde las políticas de la Troika presionan constantemente a
los gobiernos para que se rebajen los salarios y las condiciones de trabajo, ocasionando el incremento progresivo de la desigualdad salarial entre mujeres y
hombres.
Hoy las mujeres trabajadoras vivimos situaciones de extrema precariedad laboral, la mayoría
conformamos el último eslabón de la
cadena, sufriendo la sobreexplotación en condiciones infrahumanas y cada vez más desprotegidas de los abusos empresariales.
La
tasa de ocupación de las mujeres en España es del 50,3%, 9 puntos por debajo de
la de los hombres. Con el añadido de que el 25,3% de las mujeres es a tiempo
parcial, mientras que el de los hombres representa el 7,8% (Eurostat).Es una forma más de discriminación indirecta.
La media del
salario de las mujeres supone en el sector privado el 19,3% del salario de los
hombres y en el sector público el 10,1% (Eurostat), sigue aumentando la
diferencia.A todo esto la ocupación femenina corresponde al 68% de la población
asalariada con ingresos inferiores al Salario Mínimo Interprofesional.
No es casual
tampoco de que los sectores de actividad donde se gana menos y hay mayor brecha
salarial, son generalmente sectores feminizados.
En España aún
existen convenios colectivos que continúan
discriminando a las mujeres, por el escaso control de complementos
retributivos que ayudan a aumentar la brecha salarial y porque todavía se
admiten categorías en femenino.
Según datos de la EPA, un 20% de mujeres pertenecientes a la población
inactiva afirma haber renunciado al trabajo remunerado por cuestiones
familiares.
Por todo ello, porque las mujeres queremos un trabajo
digno vamos a responder el 8 de marzo en las calles para
exigir nuestros derechos, porque queremos que a trabajo de igual valor, igual
remuneración. Porque queremos el reparto del trabajo: Porque queremos más
empleo público de calidad, en sanidad,
educación y dependencia. Porque queremos igualar los permisos de maternidad y paternidad y porque
queremos acabar con la economía
sumergida. Porque queremos ser libres y vivir en igualdad. Porque la falta de
trabajo digno no sea el yugo que esclavice a las mujeres, que las haga más
vulnerables ante la violencia machista y en su forma más extrema la
prostitución.
Por todo ello exigimos leyes que garanticen la creación
de trabajo digno para las mujeres.
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