Hace unos días volvimos a amanecer indignadas, dolidas y frustradas, como tantos otros días.
La noticia era esta vez la muerte de un chico trans en Barcelona. Alan tenía sólo 17 años y tras un largo camino, por fin vivía de acuerdo con su identidad. La presión, la incomprensión en la escuela y el hostigamiento social han terminado con su vida.
Ante este nuevo y brutal caso de transfobia, tenemos que ser conscientes que este no es un problema individual de Alan. La sociedad patriarcal en la que vivimos, necesita proteger los privilegios ejercidos mediante la opresión de un género sobre los demás, y se sirve de mecanismos ideológicos para lograrlo, fomentando el rechazo y el odio a la diversidad, a la libertad de las personas.
Por eso, necesitamos, un compromiso de las instituciones, que acerque a la comunidad educativa y a la administración pública el conocimiento de las necesidades de la infancia y la adolescencia transexual, para construir una escuela libre de acoso, unas aulas y una sociedad libre y diversa.
Necesitamos un sistema educativo que eduque en diversidad sexual y de género, donde no se transmitan valores que generen opresión.
Necesitamos una sociedad distinta.
Como decía la madre de Alan ¡No es suicidio, es asesinato social!
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