Las Casas Colgadas, símbolo de una ciudad (para bien y para mal)

. sábado, 11 de enero de 2014
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Uno de los principales atractivos turísticos de Cuenca es el que forman los tres edificios conocidos como “Casas Colgadas”, construcciones de origen medieval, de propiedad municipal, pública, que albergan el Museo de Arte Abstracto Español y un pintoresco restaurante, y que se asoman a la hoz del río Huécar desafiando todas las leyes de la lógica. Pero sin duda el modelo constructivo no es lo único que quebranta la lógica en torno a las Casas Colgadas. El restaurante homónimo se gestiona a través de una concesión que hace el Ayuntamiento mediante un concurso a la mejor opción. Obviando que esto ya supone una manera de gestión privada de un recurso público, la plantilla la componen 7 trabajadoras y trabajadores, más los eventuales que se podían contratar según el momento. O quizás deberíamos decir que la plantilla la componían 7 personas. Porque el pasado mes de junio, el Ayuntamiento, gobernado por el PSOE, volvió a sacar a concurso la gestión del restaurante.
En un pliego de condiciones sin fundamento ni lógica ninguna lo que se pretendía era eliminar a la anterior gestora, Mercedes Torres. El pliego era tan absurdo que, de entrada, exigía como requisito indispensable para los posibles candidatos a la gestión estar en posesión de una “estrella Michelín”, símbolo de reconocimiento internacional en el mundo de la cocina. Y da la misteriosa casualidad de que en toda la provincia de Cuenca sólo hay una persona que tenga uno de esos codiciados méritos: Manuel de la Ossa, propietario del afamado restaurante “Las Rejas” en Las Pedroñeras. En cuanto se conoció la noticia, la anterior gestora, Mercedes Torres, dejó de pagar a sus 7 empleadas y empleados fijos más los varios eventuales. A día de hoy les debe 3 meses de sueldo.
Pero no es éste el único despropósito del pliego de condiciones. El más grave es que no obliga al nuevo gestor a subrogar los contratos de las y los 7 empleados fijos. De esta manera, Manuel de la Ossa ni los ha contratado ni tiene obligación de hacerlo. Y además las 7 familias no pueden cobrar el paro ni buscar un nuevo empleo porque tampoco han sido despedidas y despedidos.
Toda esta situación da cuenta de la bajísima catadura moral de la patronal de esta ciudad y de todo el estado, a la que no importa absolutamente nada el sufrimiento de estas familias, que van camino ya del tercer mes sin trabajar y con otros tres meses adeudados entre uno y otro empresario. Pero el responsable último de todo este despropósito no es otro que el alcalde del PSOE, Juan Ávila, en cuya mano estaba haber obligado a subrogar los contratos de las y los trabajadores. Ejemplo nefasto de cómo los partidos del régimen gestionan lo público, uno de los motivos que se apuntan para esta situación no es otro que la intención del alcalde de que De la Ossa contratase a su hermano, cocinero de profesión, para el nuevo restaurante. De manera que a De la Ossa le sobraba gente en plantilla. Un enchufe de libro al que se prestan todas y todos los concejales del equipo de gobierno con sus votos.
Y mientras el PSOE se preocupa por ver cómo ejecutar el enchufe sin levantar polvareda y el PP se preocupa por desvelarlo, lo cierto es que hay 7 trabajadoras y trabajadores en la calle y sin sueldo desde hace 6 meses, desahuciadas y desahuciados por su Ayuntamiento. Sin embargo no se rinden y, apoyados por la FECOHT de CCOO y también por las y los camaradas de la UJCE, asisten cada mes al pleno con sus pancartas reclamando soluciones. Han iniciado una recogida de firmas de apoyo y barajan nuevas medidas de presión. Las y los trabajadores constituyen el único punto de dignidad que les queda a las Casas Colgadas, símbolo de lo que es esta ciudad: la capital del chanchullo, la marrullería y el desprecio a la clase obrera.

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